Estados Unidos lidera la transformación energética mundial
La transformación energética que Estados Unidos ha vivido en los últimos años, impulsada por el fracking y otras innovaciones tecnológicas, ha reducido drásticamente los costos de producción, posicionando al país como líder mundial en la energía. Este fenómeno ha reconfigurado la competitividad industrial y está desafiando las dinámicas del mercado global.

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21/01/2025
Estados Unidos – La revolución energética de Estados Unidos, que ha tenido lugar principalmente a lo largo de las últimas dos décadas, ha alterado el panorama mundial de la producción de energía. Gracias a la adopción de nuevas tecnologías de extracción, como el fracking (fracturación hidráulica), el país ha logrado extraer grandes cantidades de petróleo y gas natural de formaciones de esquisto, cambiando radicalmente su rol en el mercado global de energía.
Fracking: La clave de la transformación
El fracking ha sido un factor esencial en el ascenso de Estados Unidos como el mayor productor de petróleo y gas del mundo. Utilizando esta tecnología, el país ha logrado acceder a vastos depósitos de petróleo y gas que antes se consideraban inalcanzables. Según la Administración de Información Energética (EIA) de EE. UU., en 2020, el país produjo aproximadamente 11.3 millones de barriles de petróleo por día, superando a Arabia Saudita y Rusia, los dos competidores históricos.
Este acceso a fuentes de energía más baratas ha permitido una reducción sustancial de los costos energéticos en el país, lo que, a su vez, ha generado una ventaja competitiva para sus industrias. El gas natural extraído a través del fracking ha sustituido al carbón en muchas plantas de energía, lo que no solo ha reducido los costos de electricidad, sino también ha ayudado a mejorar la eficiencia energética.
El impacto económico de los bajos costos energéticos
La abundancia de gas natural barato ha tenido un impacto directo sobre los costos de producción en sectores clave como la manufactura, la petroquímica y la industria automotriz. En 2019, el precio del gas natural en Estados Unidos promediaba $2.63 por millón de BTU (unidad térmica británica), un costo mucho menor que el de otras regiones del mundo, como Europa, donde los precios superaban los $8 por millón de BTU.
Esta ventaja se ha traducido en una mayor competitividad de las empresas estadounidenses, que pueden ofrecer productos a precios más bajos que sus competidores internacionales. En sectores como la automotriz, la electrónica y la petroquímica, la energía barata ha permitido a las empresas estadounidenses reducir sus costos operativos y mantener márgenes de ganancias más altos.
Comparación global: Europa y Asia en desventaja
Frente a esta ventaja energética, Europa sigue enfrentando costos más altos debido a su dependencia de gas natural importado y a las políticas de descarbonización, que han generado un encarecimiento de las fuentes de energía no renovables. En 2021, según la Comisión Europea, el precio del gas natural en Europa promedió $13.25 por millón de BTU, un costo más de cuatro veces superior al de Estados Unidos.
En China, el panorama es igualmente complejo. Si bien el país ha comenzado a invertir en tecnologías de fracking y en energías renovables, sigue siendo uno de los mayores importadores de petróleo y gas, lo que mantiene elevados los costos energéticos. A pesar de sus esfuerzos por mejorar la eficiencia energética, la infraestructura china no ha logrado igualar los avances alcanzados en Estados Unidos.
América Latina: Desafíos estructurales
En América Latina, la situación es mixta. Aunque países como México y Venezuela cuentan con importantes reservas de petróleo y gas, las infraestructuras de extracción y distribución en muchas naciones están obsoletas o bajo control estatal. Esto ha dificultado la modernización del sector energético y ha mantenido altos los costos en la región.
Países como Brasil y Argentina han comenzado a invertir en energías renovables, pero la falta de infraestructura adecuada sigue siendo un obstáculo. En muchos casos, los subsidios a la energía se mantienen como un problema estructural, lo que implica que los costos no se reducen a la velocidad que demandan las economías de estos países.
Impacto global y desafíos por venir
El cambio en los costos de la energía no solo ha alterado la competitividad de las industrias estadounidenses, sino que también ha colocado a las economías tradicionales como Europa y China en una posición de desventaja. Mientras Estados Unidos sigue liderando con sus innovaciones tecnológicas en fracking, otros países, particularmente en Europa y Asia, continúan luchando por reducir sus costos energéticos.
En los próximos años, la geopolítica energética se verá definida por la capacidad de los países para adaptarse a este nuevo modelo de producción, especialmente en un momento en que las fuentes de energía renovable ganan protagonismo. Sin embargo, Estados Unidos continúa siendo el principal beneficiario de esta revolución energética, lo que le otorga una ventaja significativa en la competencia global.