El expresidente uruguayo José Mujica, enfrentando un cáncer terminal, deja un legado de reformas progresistas opacado por su pasado violento y dichos controversiales.

13 de mayo de 2025

Montevideo, Uruguay — Por Emiliano Adrián Rodríguez González y José Luces | El Pulso Online

José «Pepe» Mujica, expresidente de Uruguay y figura icónica de la izquierda, enfrenta sus últimos días tras un diagnóstico de cáncer de esófago con metástasis, dejando un legado de reformas sociales empañado por su pasado guerrillero, un gobierno cuestionado y declaraciones polémicas sobre Venezuela.

Un Final Sereno en Medio de la Enfermedad

A sus 89 años, José Mujica enfrenta la etapa final de un cáncer de esófago con metástasis hepática en su humilde chacra en Rincón del Cerro, Montevideo. Diagnosticado en abril de 2024, decidió en enero de 2025 suspender los tratamientos agresivos y optar por cuidados paliativos, acompañado por su esposa, Lucía Topolansky. “Me estoy muriendo. Déjenme tranquilo”, expresó, reflejando su deseo de un adiós sencillo. Mujica pidió ser enterrado bajo un sequoia que plantó en su terreno, junto a su perra Manuela, un gesto que simboliza su conexión con la naturaleza, pero que también contrasta con las controversias de su vida pública.

De Guerrillero a Presidente: Un Camino Controversial

Nacido en 1935, Mujica comenzó su trayectoria como miembro del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MLN-T) en los años 60, una guerrilla urbana que llevó a cabo acciones violentas, incluyendo robos y asesinatos. En 1969, participó en la toma de Pando, un operativo que dejó varias víctimas, y en 1971 estuvo implicado en el asesinato de José Leandro Villalba, un joven de 31 años señalado como informante, un crimen que marcó su historial con un episodio de brutalidad. Durante la dictadura uruguaya (1973-1985), Mujica fue encarcelado por 13 años, sufriendo torturas y aislamiento, lo que lo convirtió en un símbolo de resistencia para algunos, pero también en una figura polarizante por su pasado.

Tras su liberación en 1985, fundó el Movimiento de Participación Popular, convirtiéndose en diputado (1994), senador (1999) y presidente de Uruguay entre 2010 y 2015. Durante su mandato, impulsó reformas progresistas como la legalización del aborto (2012), el matrimonio igualitario (2013) y la regulación del cannabis (2013), posicionando a Uruguay como un referente en derechos sociales. Sin embargo, su gestión enfrentó críticas por un aumento en la inseguridad, que creció un 20% durante su presidencia, y por decisiones económicas que, según analistas, dejaron al país con un déficit fiscal del 3,5% del PBI al final de su mandato.

Polémicas Internacionales y Dichos Sobre Venezuela

Mujica tuvo una relación ambivalente con Venezuela. Durante su presidencia, expresó cercanía con Hugo Chávez, a quien describió como “el gobernante más generoso que he conocido”, y mantuvo una postura crítica hacia intervenciones extranjeras en la crisis venezolana. Sin embargo, sus declaraciones posteriores generaron controversia. En 2019, tras el agravamiento de la crisis bajo Nicolás Maduro, Mujica criticó al régimen por su autoritarismo, pero en 2023 emitió un desafortunado comentario al decir que “los venezolanos deberían resolver sus problemas sin tanto lloriqueo”, palabras que fueron vistas como insensibles ante el sufrimiento de millones de exiliados y las violaciones a los derechos humanos documentadas por la Corte Penal Internacional (CPI).

Estas declaraciones, junto con su apoyo inicial a Chávez, le valieron críticas de sectores de la oposición venezolana, como María Corina Machado, quien lo acusó de minimizar las atrocidades del régimen. Mujica también enfrentó cuestionamientos por recibir a seis exdetenidos de Guantánamo en 2014, una decisión humanitaria que algunos interpretaron como un respaldo indirecto a regímenes autoritarios.

Un Legado de Austeridad y Contradicciones

Mujica es conocido por su austeridad, donando el 90% de su salario presidencial y viviendo en una modesta chacra, lo que le valió el apodo de “el presidente más pobre del mundo”. Su discurso en la Asamblea General de la ONU en 2013, donde criticó el consumismo y abogó por una sociedad basada en “la lucha por la felicidad humana”, resonó globalmente. Sin embargo, su pasado violento como miembro de los Tupamaros, donde participó en actos criminales, y su gestión presidencial, marcada por problemas económicos y de seguridad, ensombrecen su legado. Además, su admiración inicial por líderes como Chávez contrasta con su posterior crítica al autoritarismo, generando dudas sobre su coherencia política.

Reflexiones Finales: Un Hombre de Contrastes

En sus últimas reflexiones, Mujica habló sobre la democracia: “Es fácil tener respeto para los que piensan parecido a uno, pero hay que aprender que el fundamento de la democracia es el respeto a los que piensan distinto”. A pesar de sus palabras, su vida refleja contradicciones: un guerrillero que se convirtió en presidente, un defensor de los derechos sociales que apoyó inicialmente a regímenes cuestionados, y un símbolo de austeridad cuyo pasado violento sigue siendo un tema de debate. Mientras Uruguay y el mundo despiden a Mujica, su figura permanece como un recordatorio de los claroscuros de la política latinoamericana.

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