

Tras 12 días de enfrentamientos y más de una veintena de muertos, Donald Trump logró mediar un alto el fuego entre Irán e Israel. Sin embargo, las acusaciones cruzadas y las amenazas de represalias mantienen al mundo en vilo.
24 de junio de 2025. Washington D.C.
En un escenario internacional marcado por la tensión y la incertidumbre, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció que Irán e Israel acordaron un alto el fuego bilateral que entró en vigor el martes a las 4 GMT. La tregua, aunque celebrada como un logro diplomático, se mantiene frágil: apenas horas después de su entrada en vigencia, ambas naciones se acusaron mutuamente de violarla.
La ofensiva israelí, iniciada el 13 de junio, fue presentada por el gobierno de Benjamin Netanyahu como una operación para «neutralizar la doble amenaza» del programa nuclear y los misiles balísticos iraníes. Con bombardeos quirúrgicos sobre instalaciones clave, Israel asegura haber debilitado significativamente las capacidades militares de Teherán. Uno de los ataques más significativos fue el que causó la muerte de Mohammad Reza Sedighi Saber, un destacado científico nuclear iraní, durante una operación aérea en el norte del país.
Por su parte, Irán respondió con misiles lanzados sobre Beerseva, en el sur de Israel, donde murieron cuatro personas. El Consejo Supremo de Seguridad Nacional iraní afirmó que “el enemigo sionista ha sido forzado a aceptar la derrota y detener su ofensiva”. Pese a ello, el presidente Masoud Pezeshkian aseguró que su país mantendrá la tregua siempre y cuando Tel Aviv cumpla su parte.

Trump en el centro de la escena
El mandatario estadounidense se convirtió en el actor principal de esta historia al intervenir directamente en la negociación del cese de hostilidades. Desde el Air Force One rumbo a la cumbre de la OTAN en La Haya, Trump se pronunció repetidamente en su red Truth Social, pidiendo a Israel que «no lance bombas» y exigiendo que «traigan a sus pilotos a casa».
“¡EL CESE AL FUEGO AHORA ESTÁ EN VIGOR! ¡NO LO VIOLEN!”, escribió Trump, con mayúsculas. En otro mensaje, afirmó que fue “un gran honor destruir las instalaciones nucleares de Irán y luego detener la guerra”, en lo que pareció más una celebración de su rol como pacificador global que un llamado a la calma.
La respuesta internacional no tardó en llegar. El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, felicitaron a Trump por su intervención. Von der Leyen instó además a Irán a retomar el camino diplomático, y a implicarse de forma creíble en nuevas negociaciones sobre su programa nuclear.

Sospechas, advertencias y amenazas
Sin embargo, la paz es precaria. Israel e Irán siguen sin confiar el uno en el otro, y la tregua se tambalea con cada nueva declaración. El ministro de Defensa israelí, Israel Katz, acusó a Irán de disparar misiles tras el anuncio del alto el fuego, lo que motivó una nueva respuesta militar: la destrucción de un radar en las afueras de Teherán.
Irán lo negó categóricamente y acusó a Israel de lanzar tres oleadas de misiles en plena tregua. Mientras tanto, el presidente iraní reafirmó que no habrá más ataques “si el enemigo cumple con su palabra”.
Pero el verdadero punto de tensión es el programa nuclear. Pocas horas después de iniciarse la tregua, la Agencia de Energía Atómica de Irán anunció que el país está listo para reanudar el enriquecimiento de uranio. Una clara advertencia al mundo: Irán no detendrá su desarrollo atómico sin garantías.
El director general del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), Rafael Grossi, pidió reactivar el diálogo diplomático y ofreció reunirse con el canciller iraní Abás Araqchí. “Solo una solución diplomática puede cerrar esta etapa”, advirtió.
Petróleo y geopolítica
El impacto del alto el fuego también se sintió en los mercados. Los precios del petróleo cayeron hasta un 3%, con el Brent bajando a USD 69,40 por barril. La caída responde a la expectativa de una reducción en las tensiones en la región, que es clave para el suministro energético global.
Trump, en tanto, aprovechó la ocasión para levantar las restricciones a la compra de petróleo iraní por parte de China. “Fue un honor hacer que esto suceda”, publicó.
A pesar de las declaraciones triunfalistas de los líderes, la tregua entre Israel e Irán sigue pendiendo de un hilo. La desconfianza, las acusaciones cruzadas y el constante riesgo de represalias hacen difícil imaginar un cese definitivo de las hostilidades.
A medida que el mundo observa con atención, la esperanza es que la diplomacia prevalezca sobre los misiles. Pero en Medio Oriente, la paz rara vez llega sin sobresaltos.